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* Aprendiz de brujo: autoritario y represor como EPN  ** Muy lejos de los apóstoles de la educación en México

Carlos Monroy Hermosillo

Miércoles 4 de noviembre de 2015

Toluca, Méx. Seguramente a Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación Pública Federal (nombrado recientemente en sustitución de Emilio Chuayffet), ya le habló al oído el presidente Enrique Peña Nieto, apuntalándolo en dicha dependencia como firme "suspirante" a sucederlo en Los Pinos a partir del 2018, como su delfín, en una episodio más de la satírica, caricaturesca e imaginaria política a la mexicana, que nos recuerda los tiempos del "tapadismo" presidencialista de los mejores años del autoritarismo priísta, e iniciando un juego de intrigas palaciegas tanto en Los Pinos como en Palacio Nacional, y donde oportunidades tengan los principales protagonistas de la sucesión tricolor, como Osorio Chong, Manlio Fabio, Luis Videgaray o el propio gobernador mexiquense, Eruviel Ávila Villegas. (¡Ah!... cómo añoro a Don Abel Quezada) Dicen que de los mencionados, es "el más guapo", tanto, que con él, Peña Nieto quiere reeditar una versión más de su propia novela al típico estilo televisa, como se ha repetido ya con el gobernador chiapaneco. Pero no es lo mismo antes que después, el gallinero está muy alborotado a tan solo la mitad del sexenio y Enrique Peña Nieto se encuentra en el peor momento de su "mandato", y al más bajo nivel de aceptación popular en la historia de cualquiera los presidentes que le antecedieron en el poder. Es un hecho que Aurelio Nuño no es el indicado para encabezar la política educativa de este país. Que si es "aprendiz de brujo", no me cabe la menor duda, lo sabe todo en cuanto a la política del garrote y la represión, propia de la escuela de su antecesor y no se diga del propio Peña Nieto; simplemente es un instrumento más en la intentona de imponer por la fuerza y el terrorismo de Estado una "reforma" que no es en su esencia educativa, pero sí, promueve acciones y políticas públicas lesivas en contra de los derechos laborales del magisterio y de la labor educativa. Pero nada sabe del impulso a una política de excelencia en la educación, de fortalecimiento del papel del maestro y de la escuela normal, de su formación inicial y del desempeño profesional, o de la masificación y diversificación de la profesión docente. Como diría Adolfo Gilly en la "Subordinación de la universidad al capital", que de hecho lo es de todo el sistema educativo público: "Las actuales contrarreformas a la Constitución conforman un proyecto coherente y de largo alcance, de desmantelamiento jurídico de las relaciones sociales surgidas de la revolución Mexicana y de las reformas cardenistas de los años treinta". Lejos está Nuño Mayer de los grandes apóstoles de la educación en México, como José Vasconcelos, y su gran apotegma, "Por mi Raza Hablará el Espíritu", que tanto viste a nivel internacional a nuestra grandiosa universidad nacional (UNAM), Alfonso Reyes, Narciso Bassols, o el propio Jesús reyes Heroles. En el artículo 3º de la Constitución se establece que "el trabajo es un derecho y un deber sociales. No es artículo de comercio". Y es aquí donde las dificultades comienzan, donde las traiciones a la clase trabajadora son exhibidas con claridad, incluyendo al magisterio, por parte del Pacto contra México (PRI, PAN, PRD, PVEM, PANAL). Sólo mediante el apoyo de una especie de metodología y filosofía del desenmascaramiento, es como podremos ir dilucidando el camino podrido de la traición y la supeditación de la clase gobernante ante el gran capital, que obliga a los mexicanos a la construcción de un nuevo bloque histórico que nos ayude a rescatar México por el camino de la restauración constitucional y educativa, o el llamado a un nuevo Constituyente, encabezado por lo mejor de nuestras inteligencias y espíritus patrióticos.

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