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FES Cuautitlán/Redacción | jueves 1 de junio de 2017

Uno de los principios que rigen las garantías humanas es satisfacer las necesidades básicas del hombre, por lo que la alimentación es un derecho fundamental. En el año 2011, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoció esta necesidad básica por medio de un párrafo anexado al Artículo 4°, en el que se estipuló que “toda persona tiene derecho a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad”.

Bajo esta idea, la seguridad alimentaria surge como un tema subsecuente al marco legal, asunto que en México es abordado a partir de cuatro ejes: el acceso y uso de los alimentos, la disponibilidad, la estabilidad de la oferta y, el más importante, la malnutrición, un problema de salud pública concebido desde la obesidad y la desnutrición.

Sustentado en resolver algunos de estos conflictos, se creó el Laboratorio de Análisis de Alimentos y Tecnología de Lácteos en la FES Cuautitlán, espacio liderado por la doctora Sara Esther Valdés Martínez, quien a lo largo de más de tres décadas ha trabajado para garantizar una seguridad alimentaria para el país.

El maestro Jorge Alfredo Cuéllar Ordaz, director de la FES Cuautitlán (izquierda) y el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera Espinosa firmaron un convenio de colaboración para verificar la calidad de los desayunos escolares distribuidos por medio del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de la Ciudad de México.

La FESC por una seguridad alimentaria

Definido por primera vez durante la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996, el término seguridad alimentaria hace referencia al momento en el que todas las personas tienen acceso físico y económico a los suficientes alimentos inocuos y nutritivos que les permitan llevar una vida activa y sana.

Desde esta premisa, el equipo que encabeza la académica tiene el objetivo de estudiar diferentes comestibles con la finalidad de detectar la adulteración y los posibles riesgos para los consumidores. Esto  ha dado como resultado múltiples investigaciones, una de las más importantes el convenio de colaboración con el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia de la Ciudad de México.

A raíz de dicho pacto, los universitarios han analizado los insumos de los desayunos escolares otorgados por el DIF CDMX, los cuales se componen de leche, galletas, barras, fruta y fruta seca combinada con oleaginosas. El propósito primordial es asesorar a dicha institución para que ofrezca productos aptos para una dieta balanceada recomendada para niños en edad escolar, puesto que el desayuno tiene que cubrir la tercera parte de nutrimentos de la ingesta diaria.

En la búsqueda de este cometido, el grupo visita las plantas encargadas de elaborar los alimentos para verificar que cumplan con la norma 251 de la Secretaría de Salud, es decir, que el lugar esté limpio y que el personal, además de estar capacitado, realice buenas prácticas de manufactura.

La doctora Sara Esther Valdes analiza los insumos de los desayunos escolares otorgados por el DIF CDMX y asesora a dicha institución para que ofrezca productos aptos para una dieta balanceada recomendada para niños en edad escolar. Fotos de FES Cuautitlán.

Posterior a esto, los comestibles se examinan en el laboratorio a través de análisis microbiológicos, físico-químicos, toxicológicos, sensoriales y de contenido (evaluación del peso neto); con el fin de avalar la inocuidad de los mismos, los ingenieros en alimentos efectúan pruebas de mesófilos, patógenos, de hongos y levaduras como lo marcan las normas oficiales.

Otro de los procedimientos desarrollados es el análisis químico proximal, por medio del cual comprueban que los productos contengan los nutrimentos necesarios para los niños: proteínas, azúcares, carbohidratos, grasas, fibra, calcio y sodio son algunos de los elementos examinados. En el caso de la leche, también se revisa la cantidad de vitamina A, ya que en reemplazo de la grasa se adiciona esta sustancia.

Asimismo, identifican la ausencia de aflatoxinas derivadas de los cereales. En entrevista, la responsable del laboratorio explicó que las aflatoxinas son un tipo de toxinas producidas por hongos del género aspergillus que se producen en cultivos agrícolas. Por tanto, evalúan que los índices presentes en galletas y barras se encuentren por debajo de los niveles máximos permitidos, mientras que en la leche estudian la ausencia de la aflatoxina M1.

En términos generales y después del tiempo de colaboración, la investigadora señaló que los desayunos otorgados por parte del DIF CDMX poseen la mejor calidad, ya que son diseñados con base en las necesidades de niños con un rango de edad específico. En numerosos escenarios donde la escasez de recursos económicos es una realidad se convierte en la comida más importante para los infantes.



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