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* A los jóvenes: Jesús nunca los invitaría a ser sicarios * A recuperar el origen cristiano de la Iglesia * ¿Estaremos cerca de romper nuestro contrato social?


Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y el Papa Francisco. Fotos Sinembargo.mx y minutouno.com
Por Carlos Monroy Hermosillo Viernes 19 de febrero de 2016

La pobreza y la riqueza son pecados comparativos: Víctor Hugo 

TOLUCA, Méx. De los mensajes de la visita papal a México, además de los dirigidos a la corrupta clase política del país (comentado en anteriores entregas), llama la atención sus referencias a los jóvenes y a la jerarquía eclesiástica mexicana. A los primeros les comentó que Jesús nunca los invitaría a ser sicarios, que quiere discípulos, que no los rebajen ni traten como mercancía, y les advierte que "un carro nuevo o los bolsillos llenos de plata", son trampas del crimen organizado. A los representantes de la Iglesia (sacerdotes y monjas) pide no resignarse ante la violencia y el narcotráfico. Echarle ganas y apostar por la familia es la consigna papal. Es seguro que Francisco evocaba sus tiempos de arzobispo en Buenos Aires, cuando visitaba las villas de los suburbios, todas las parroquias de los barrios, año tras año, las "villas miseria" o "villas de emergencia", allá donde la ley acaba y donde "el Estado no existe". Allá en Buenos Aires, donde hay alrededor de trece millones de habitantes, y donde antes eran los sacerdotes lo que iban a la Curia y donde Bergoglio puso el ejemplo para ir a visitarlos y estar cerca de la gente. Ahí donde la violencia y las drogas se han arraigado en las villas ... y "donde los capos de la mafia viven en otra parte, en ambientes de lujo", y donde sus peones (dealers) envenenan a los jóvenes. Y ahí donde el arzobispo Bergoglio fue amenazado por los señores de la droga: "Desaparecé o sos hombre muerto". Él denuncia, no se acobarda, y ataca públicamente a los "poderosos mercaderes de las tinieblas". Como afirma Marco Poleti en "Francisco entre los lobos", "está convencido de que los narcotraficantes no se detienen ante nada, ni siquiera ante los principios de la Iglesia". Y recuerda que, en 1993, "el cardenal mexicano Juan Posadas Ocampo fue acribillado en el aeropuerto de Guadalajara en un ataque cuyos protagonistas fueron los sicarios del cártel de Tijuana. La investigación de las autoridades mexicanas señaló que el crimen se debió a que el purpurado se encontró desgraciadamente en medio de una balacera cruzada entre dos bandas rivales. Luego se sabría que funcionarios de gobierno le habían advertido a Ocampo que mantuviera la boca cerrada y que no trascendiera la información con que contaba acerca de la connivencia entre traficantes y políticos locales. También, en Buenos Aires, el arzobispo Bergoglio había recibido advertencias. Que cada quién saque sus propias conclusiones... Son partes de las verdades históricas e incómodas que Francisco, el Papa, trató de infundir a los mexicanos en su visita: "No se puede encerrar en el recinto del templo el mensaje de San Francisco de Asís o de la Madre Teresa de Calcuta. Una Fe auténtica, nos recuerda el Papa, nunca es cómoda ni individualista. Implica siempre el deseo de cambiar el mundo y dejar algo mejor después de nuestro paso por la tierra". A recuperar los orígenes cristianos de la Iglesia, no sea que nos veamos pronto en el espejo de lo que en otros lugares sucede, el día no muy lejano en que rompamos nuestro contrato social.

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