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María Guadalupe De la Luz DeGante, corresponsal de La Jornada de Oriente,
 acompañada de los periodistas José Reveles y Rogelio Hernández López (derecha).

Por Rogelio Hernández López
Lunes 11 de julio de 2016 

Sí, contagiaba de gusto todo lo que Lupita mostraba y las significancias del momento: ojos chispeantes; labios apretados que apenas contenían la sonrisa de orgullo; cuello bien estirado, como del gallo que hizo bien el canto mañanero. A su espalda la bandera nacional y la tribuna parlamentaria. Era su mañana y, por extensión de muchos periodistas del estado.

Ella portaba, con las dos manos, la placa del Premio de Periodismo que le concedieron unanimemente los 25 integrantes del Congreso de Tlaxcala. Unos 25 colegas se disputaban el mejor lugar para fotografiarla y felicitarla.

María Guadalupe De la Luz DeGante, corresponsal de La Jornada de Oriente, era el centro de varias buenas noticias; su premiación se hizo ejemplo de cómo organizar los concursos de periodismo (se hacen  en casi todas las entidades), mostró también que premiar periodistas por un ejercicio más allá de los hábitos, es una de las mejores formas de fomentar las buenas prácticas en el periodismo.

María Guadalupe De la Luz DeGante, corresponsal de La Jornada de Oriente, era el centro de varias buenas noticias; su premiación se hizo ejemplo de cómo organizar los concursos de periodismo (se hacen en casi todas las entidades), mostró también que premiar periodistas por un ejercicio más allá de los hábitos, es una de las mejores formas de fomentar las buenas prácticas en el periodismo. Fotos RHL

Ese día

El Congreso de Tlaxcala convocó a sesión extraordinaria para examinar exclusivamente el dictamen que concedía el premio de periodismo en 2016. Era 1 de julio, fecha que el poder legislativo había establecido antes como día del periodista en el estado

Luego de esa sesión, alargada por cumplir con toda la solemnidad de la liturgia parlamentaria, se ofreció una comida en el patio para entregar reconocimientos a los otros nueve periodistas participantes en el certamen. Les acompañaron diputadas y diputados. Los discursos, también muy solemnes se mezclaban con el estruendoso sonido de un mitín de protesta que realizaban afuera algunos maestros y activistas apoyadores.

Uno de los tres periodistas que dictaminaron el Premio fue invitado a dar un mensaje en lugar del presidente del Jurado, José Reveles Morado. Allí se rompió la solemnidad por el ambiente de gusto compartido. Habló franco, sin cortesías sobre los mensajes que el premio enviaba. Más o menos expuso:

“Aquí hay varias significancias importantes. Los periodistas necesitamos trabajar en otra atmósfera nacional menos negativa. Cada año de este sexenio se registran unas 350 agresiones en promedio. En este 2016 ya son 7 los colegas asesinados y el número aumentó a casi 130 victimados del 2000 a la fecha.

“Los periodistas de México necesitamos que todas las instancias del poder político repitan publicamente que respetan nuestro trabajo; que a diferencia de otras profesiones ésta es indispensable para el dialogo entre la sociedad, para la comunicación entre gobernantes y gobernados, que es vital para el ejercicio democrático. Y que corre muchos riesgos, la mayoría evitables.

“Por eso es importante que este Congreso, como debieran hacerlo otros, haya establecido un día del periodista y conceda un premio anual. Primera significancia que da gusto...

“Otro mensaje es que esta legislatura haya decidido hacer un viraje en la forma de organizar el certamen: La Comisión camaral hizo una convocatoria abierta;  su presidente, el diputado Lincoln Rodríguez, se empeñó en transparentar el procedimiento, en respetar sus formas y tiempos; invitó como jurados a periodistas de la CDMX reconocidos como rigurosos y críticos. Cumplió y además nadie trató de influir en la decisión del jurado. Eso también alegra.

“Un gusto más es que el procedimiento permitiese saber que una mujer cumple con los criterios que fijó el Congreso: un ejercicio de al menos 4 años;  sus trabajos reflejan calidad y oportunidad profesional; ha sido constante y --el plus adicional--  el tipo de periodismo que hace tiene significancia social (defensa de los derechos de las personas y contra los abusos del poder). Tales requísitos los alcanzó al 100 María Guadalupe de la Luz DeGante, reportera respetada y hasta temida en la entidad”.

Más premio como este

El reportero en el microfono invitó a los legisladores que quieran ayudar a los periodistas de Tlaxcala a revisar el código penal, el civil, la ley de educación y la de profesiones (si hubiese) para que el gobierno persiga a agresores; sancione a los periodistas que calumnien; que tutele a los profesionales en la defensa de sus derechos, incluso laborales porque esa es una de sus grandes vulnerabilidades, no sólo en Tlaxcala sino en todo el país.

También propuso crear dos leyes más; una estatal de protección para periodistas en riesgo como hay en 12 entidades y otra del Premio Estatal de Periodismo.... --Cuando decía esto saltó a lo lejos una voz de sorpresa:

“¿Otro premio? Ya está éste...!

 Habría que explicarle, a quien se extrañó, los objetivos de crear más certamenes. Ahora reitero lo que hemos propuesto en cada estado:

Para reducir vulnerabilidades de los informadores permanentes se necesita un andamiaje jurídico que reconozca al periodismo como una actividad del interés público. Y entre varias nuevas normas, cada gobierno estatal debiera revisar sus leyes para premiar periodistas y tomar como ejemplo el premio nacional de periodismo, que lo diseña un Consejo Ciudadano, se cumple rigurosa y trasparentemente y además tiene un estímulo económico sensible.

Pero no sólo eso. Una de muchas alternativas para elevar también la dignidad de quienes hacen periodismo sería crear tantos concursos, como fuentes informativas existen, es decir premios de periodismo en salud, educación, rural, al igual que se hacen ya de coberturas por atención de género, por la niñez, contra la discriminación, de ciencia... Todos los que se puedan.

El fin es fomentar las buenas prácticas e ir despejando circulos viciosos como las dadivas mensuales de polìticos a medios y periodistas y, de paso, ir aplicando una cernidora ética ante quienes se dicen periodistas y sólo son negociantes reproducidores de boletines.

* Reportero desde 1977. Especializado en investigación en Excélsior, El Universal, Milenio y otros. Dos veces Premio Nacional por el Club de Periodistas. Autor de los libros Zócalo Rojo, Zorrilla y Sólo para periodistas. Profesor invitado en varias universidades. En 2013 y 2015 el Colegio de Sinaloa le concedió la Cátedra de Periodismo y Comunicación “Pablo de Villavicencio”. Miembro fundador del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas de la Segob (2010-2014). Director fundador de Casa de los Derechos de Periodistas, A.C. Consultor en temas de protección, leyes y políticas públicas sobre el periodismo en la asociación periodistastrespuntocero. Consejero editorial de la revista Zócalo y del Sistema Informativo Vía Libre.  Su columna para periodistas, Miradas de Reportero, se publica en medios impresos y digitales de 14 entidades del país. Es autodidacta. Email: rogeliohl111@gmail.com



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