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Plano del siglo XVI de la región de Ecatepec-Chiconauhtlan con las salitreras El Tiburon, La Casa anegada y los mogotes de Santa Ana. 



Lunes 4 de septiembre de 2017

En los tiempos prehispánicos, en la Cuenda de México, se acostumbraba conservar el pescado salándolo y curtir las pieles con sal para crear con ellas diversas vestimentas. Pócimas con supuestos poderes mágicos tenían como ingrediente principal a la sal. Así, la sal tradicional no sólo era importante por sus propiedades intrínsecas, reales o atribuidas, sino por aquellas relaciones de intercambio que estaban involucradas en su producción y distribución.

Montículo salinero El Tiburón prehispánico y colonial.
En la región de Ehecatepec existía una serie de construcciones sobre montículos de diez metros de largo y de hasta cinco metros de altura. Estas edificaciones estaban alineadas en las orillas del lago de Texcoco -por la parte de Ixhuatepetl, Tolla y las Ciénegas de Atzacualco y Tepeyacac-, y en el lago de San Cristóbal Xaltocan, con rumbo a Santa Clara Coatitlan y San Pedro Xalostoc. Gran parte de la población local estaba dedicada al lavado de la tierra salitrosa en sus propias chozas. Los desechos de este proceso eran arrojados hacia afuera y con ellos se formaban, en los lugares poco profundos de los lagos, los montículos descritos.  Esta era una labor generacional, supeditada de padres a hijos y en consecuencia se formaban a lo largo de las décadas enormes conjuntos multifamiliares destinados a la producción salinera.

La explotación salífera preindustrial se dio primero en el pueblo de Acalhuacan, desde la época del Formativo Temprano. El trabajo era realizado por mujeres y se utilizaban dos métodos para obtener la sal. La primera variante consistía en colocar una serie de vasijas alineadas y semienterradas en la orilla del lago, unidas a un canalete que conectaba los recipientes con el agua, permitiendo que se llenasen todos de una vez. Cuando esto sucedía se cerraba el canalete y se dejaba evaporar el agua por la acción solar. Al final se conseguían gruesos círculos de sal que servía para el intercambio, el tributo y para el consumo de la misma población.

Forma de explotación de la sal en las playas del lago de Texcoco
Texcoco de Tulpetlac, santa Clara Coatitlay san Pedro Xalostoc.
En la Sierra de Guadalupe, en los centros ceremoniales de Tepeyacac, Acalhuacan, Tolla, Atzacualco, Ehecatepec y Xaltocan, rendían culto a Huixtocíhuatl, la diosa de la sal y hermana de los tlatoques. Las excavaciones arqueológicas de Jaime Litvack, en Tepexpan, brindan evidencia de lo anterior y de la amplia distribución de estas factorías salíferas en la Cuenca de México.

En los cortes estratigráficos de los pozos de agua aparecen claramente los contornos de las piletas utilizadas para lavar la tierra salitrosa. La composición del montículo salinero en Tepexpan es semejante a los de Santa Clara, sobre la carretera libre a Teotihuacan. Ambos están integrados por desechos arrojados por los antiguos productores. Estos montículos salineros están registrados en un plano que se encuentra en el Archivo General de la Nación, donde se ve la región de Chiconautlan y del otro lado Ecatepec, con su albarradón y dentro del lago hay 4 montículos salineros que son estos que en campo pudimos localizar en los años de 1989. 

Forma de explotación de la sal en Nexquipayac como se fabrico la sal en los monticulos del tiburon, Casa anegada y los de santa Ana Hoy desaparecidos.

Tepeyacac y Ehecatepec, con dirección a Chiconauhtlan y Xaltocan, están registrados en un plano del siglo XVII y en éste se puede observar el Albarradón de Acalhuacan, con la distribución de los montículos de producción salífera. Algunos fueron denominados en el mapa, como Mogote del Tiburón, Mogote de San Lorenzo y Mogote de la Casa Anegada. Los académicos podían identificarlos arqueológicamente, en las tierras ejidales de Santo Tomás Chiconauhtlan.

Esto lo podemos ver en los montículos salineros que se ubicaron en las orillas de la Chinampa en Santo Tomás Chiconauhtlan y que han desaparecido por causa de las nuevas unidades habitacionales.
  
La salmuera ya procesada y destilada entra al procesdo de cocción para dejar 
una costra que sera la sal.
En la superficie y cortes de estos cuatro montículos salineros, había mucha cerámica clásica y postclásica.
 
Cerámica localizada en superficie. Se tomaron las fotos in situ, sin tocarla. Se distribuía en grandes cantidades tanto en la cima de los montículos como en los campos cercanos a los mismos. Se trata de los montículos denominados el Tiburón.

Para realizar una comparación de estos montículos que existían tanto en Santa Clara Coatitla, cono en San Pedro Xalostoc y Tolpetlac y que desaparecieron con la desecación del lago de Texcoco y por la construcción de la fábrica Sosa Texcoco y el Caracol, decidimos realizar trabajo de campo en San Cristóbal Nexquipayac, Texcoco, muy cerca del municipio de Ecatepec. El caso de los salineros de Nexquipayac, puntualizado en un estudio recientemente publicado, es tan fascinante como dramático. El documento cuenta que un anciano -con la ayuda de algunos miembros de su familia- es la única persona que continua produciendo sal de tierra en toda la región de Texcoco. El mismo octogenario narra en la investigación, cómo hasta los años cuarenta del siglo pasado, había muchas familias dedicadas a la producción salinera en su natal Nexquipayac, en los bordes orientales del antiguo lago de Texcoco. En las cercanas poblaciones de Santa Isabel Ixtapan, Tequisistlán y San Juan de Aragón, en la orilla opuesta del lago de Texcoco, había también al menos veinte familias dedicadas a la producción de sal. 

Acercamiento a los materiales postclásicos que se distribuían en los montículos salineros Tiburón y Casa Anegada.

Lo primero que los productores actuales realizan es el lavado de la tierra de las orillas y fondo del lago que contiene salitre. Para ello, colocan una capa de piedras pequeñas de río a un circulo de aproximadamente 90 cms. y profundidad de 80 y una cubeta que en la época prehispánica y hacia los años de 1990 aún era olla de barro y unen en su parte baja la boca de la olla o cubeta con un carrizo y en su base colocan una tela tejida de ixtle que servirá para colar la tierra que es colocada arriba del empedrado y verten agua sobre ella aplastándola para que empiece a caer y se vaya colando hasta la vasija abajo.

Montículos salineros en Santo Tomas Chiconauhtlan Santa Ana.
La otra técnica consistía en el lavado de la tierra salitrosa. Para esto se colocaba en un hueco un revestimiento de piedras y se conectaba un tubito vegetal a una olla gruesa tapada con una tela de ixtle como colador. Luego se vertía la tierra salitrosa en el hueco, se le echaba agua y se aplastaba la superficie, provocando que el agua lavara la tierra y arrastrara la sal hacia el exterior, saliendo la salmuera limpia a través del colador a la orilla. Cuando la olla estaba llena, se hervía hasta que el líquido se evaporaba totalmente, dejando una costra de sal.  

Los sistemas prehispánicos de producción de sal fueron utilizados durante el virreinato. A los indígenas que trabajaban en obras públicas se les entregaba un pago en especie que incluía maíz, chile y sal. En ese período hubo una serie de montículos productores de sal.

En el subsuelo del vaso del antiguo Lago de Texcoco, existe el manto de salmueras alcalinas naturales más grande del mundo. Este manto contiene un volumen estimado de más de doscientos millones de toneladas. Los mantos afloran por capilaridad, ensalitrando la tierra con tequezquite -carbonato sódico impuro- conocido y consumido desde tiempos inmemorables por nuestros antepasados.

María de la Asunción García Samper




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