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Cerro Ehecatltepetl.

María de la Asunción García Samper
Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C.

Martes 20 de febrero de 2018

Es preocupante y alarmante el avance de la mancha urbana que destruye la ecología de los cerros que conforman la Sierra de Guadalupe, donde existe una gran riqueza de vestigios arqueológicos prehispánicos que en múltiples ocasiones registra el doctor Parsons en sus informes siendo en el de 1987, en que manifiesta su gran preocupación por la destrucción, abandono y saqueo de los mismos ya que estos agentes destructivos como son los hundimientos, la contaminación que originan los humos de automóviles y fábricas, y que deterioran las construcciones arquitectónicas de los teocallis y edificios cívico-ceremoniales prehispánicos, así como una serie de manifestaciones simbólico culturales como son los petrograbados que se ubican en el cerro de Ehecatepetl cerca de una gran corriente de agua que brota en épocas de lluvias de la parte más alta del cerro y va cayendo por la ladera pasando por entre una serie de grandes rocas con símbolos rupestres.

Petrograbados de vulvas femeninas y manos.

Este santuario al culto a la montaña sagrada masculina contiene una serie de símbolos los cuales representan vulvas abiertas esperando el semen de la lluvia para ser fertilizadas, existen también otros petrograbados como el falo, la lagartija, la serpiente, el jaguar o monstruo de la tierra “Cipactli” como símbolo nocturno, Piedras preciosas o chalchihuis, hombres cazando o danzando, representaciones del dios Tláloc, además de otros símbolos relacionados con la fertilidad, la tierra, el rayo y el agua, estos elementos fueron analizados por el equipo de la doctora Johana Broda.

Petrograbados de vulvas femeninas o chalchihuites piedras preciosas de agua relacionado con la producción femenina y de la naturaleza.

En el cerro de Ehecatepetl, existía también una gran escultura de Tláloc que hoy se encuentra en las bodegas del Museo de Antropología. Nuevos asentamientos irregulares tanto en las partes bajas como en las laderas de los cerros, así como en las cimas ha provocado la pérdida de innumerables asentamientos prehispánicos, uno de estos se distribuía en la cima del cerro en una gran plataforma donde existieron teocallis, plazas y áreas de casas señoriales donde habitaban grupos de Otomíes nahuatizados, además de otros asentamientos preagrícolas y agrícolas en las laderas, ya registrados por el equipo de Sanders, Parsons y Stanley.

Pintura de Tlahuizcalpantecuhtli lucero de la mañana dualidad de Ehecatl y su templo cueva de los Tecotines.

Evidencias de grabados y pintura en cuevas y esculturas en las piedras, así como evidencias de plataformas y teocallis; en otro cerro que mira hacia el antiguo lago de Xaltocan o Acalhuacan en el municipio de Ehecatepetl y que tenía el nombre de Ehecatepetl y hoy se llama de las cruces se localiza una cueva a la que la gente del lugar conoce desde tiempo inmemoriales con el nombre de Los Tocotines y que en sus trabajos arqueológicos Du Solier (1939) reporta una pintura mural que representa al dios Tlahuizcalpantecuhtli en su dualidad con Xólotl, estrella de la mañana. Un poco más debajo de esta cueva se localiza una gran piedra a la que se denomina equinoccial, puede tratarse de un observatorio astronómico, esta tiene grabado un gran sol con rayos, un cráneo y una fecha calendárica, otra piedra de Ehécatl-Quetzalcóatl se localiza entre el cerro Ehécatl o de las cruces y los cerros de Coacalco, se trata de una piedra triangular con la figura de Quetzalcóatl en el Cerro Gordo, entre Santa Clara y Tolpetlac.

Piedra Equinoccial con un sol grabado y dos  hendiduras circulares poco profundas para colocar agua que reflejaba los rayos.

Se encuentra grabados en piedra relacionados con los dioses nocturnos: Un tecolote, una mariposa nocturna y el ocelote. Con la preocupación de proteger y resguardar estos vestigios arqueológicos prehispánicos el equipo de Parsons realizaron en la sierra una serie de recorridos de superficie sistemáticos en las partes altas de los cerros que conforman la sierra de Guadalupe así como en las faldas y partes bajas, cerca de los ríos y arroyos que desembocan en los lagos de Texcoco y Xaltocan, así como en las orillas de lo que fueron estos lagos y en las isletas que sobresalían de sus superficies. En estos recorridos detectaron diferentes tipos de asentamientos.

Piedra grabada denticulada se ve el trabajo realizado en ella quizás para un hacha de piedra.

Más tarde otro grupo importante de investigadores que intervinieron la sierra, dirigidos por la doctora Joana Broda quienes registran lugares de cuevas, petrograbados y marcadores calendarios o astronómicos. Consideramos que los vestigios arqueológicos prehispánicos, se encuentran distribuidos a lo largo de la serranía de Guadalupe, al igual que los situados en la Sierra Nevada (Cerro Tláloc, Iztacihuatl y Popocatepetl) entre otros, se relacionan con prácticas rituales asociadas al culto a la montaña, la lluvia, a las nubes, a la fertilidad, a la cueva, al árbol y a la piedra entre otras. Puede entenderse que la ubicación de estos vestigios arqueológicos tanto en zonas de alta, como baja, de esta “Sierra Menor”, corresponden a una apropiación cultural del paisaje natural.

Petrograbado en piedra de un Chalchihuite piedra de agua preciosa.

También por su posición, y al no ser ocupados temporalmente en épocas determinadas, informan sobre una estructuración del tiempo y el espacio. En este sentido, las estructuras arquitectónicas y los espacios rituales, deben definirse como símbolos espaciales, socialmente activos. El espacio que rodea al hombre, no es homogéneo y neutral, pero presenta proposiciones que son cualitativamente importantes y diferentes. Este espacio está ordenado por la acción calificadora del hombre. Sólo el espacio ordenado satisface la necesidad humana de controlar y entender su entorno. Este espacio ordenado forma parte de la cosmovisión y simboliza las relaciones sociales y la cognición del mundo. Estos dos niveles se entrelazan y la estructura social depende de la cosmovisión y del sistema ideológico en general al mismo tiempo, esta ideología refleja las relaciones Sociales.

Petrograbados de manos como indicando aquí estuvimos.

Como antecedentes contamos que en el año de 1960 en la colonia General Gertrudis Sánchez se realizaron exploraciones arqueológicas a cargo de los arqueólogos Mario Pichardo, Juan Bonilla y Walter Hopper del Instituto Nacional de Antropología e Historia, donde se localizó fauna Pleistocenica, compuesta por restos óseos de mamut jóvenes y algunos restos óseos de aves y de cánido. (Pichardo, 1960) También el sistema hidráulico prehispánico forma parte de la riqueza arqueológica de la región noroeste de la cuenca de México del que formó parte. Para 1969 es reportado un grabado rupestre en el Cerro de la Cruz de Ehecatepec por el investigador Roberto Ramón Reyes Mazzoni. El territorio de la Sierra de Guadalupe donde había varios asentamientos dispersos, antes de la conquista estaba administrado por Ehecatepec, en los cuales había nahuas y Otomies (Gibson 1975).

Chalchihuites, rayos y manos grabados en una gran piedra.

Para 1979 Sanders, Parsons y Stanley, En Ehecatepec además de una serie de asentamientos prehispánicos que se distribuyen en la cima y las laderas del cerro Ehecatepetl y en las orillas del antiguo lago de Acalhuacan o de San Cristóbal, en estos sitios aún se pueden ver los vestigios de los centros cívico-religiosos con sus teocallis, así como las terrazas para la siembra y los sistemas hidráulicos, además de los vestigios de palacios y casas habitacionales y los montículos para la fabricación de la sal. Los materiales culturales arqueológicos forman hoy parte del museo de la casa de Cultura y de la escuela Morelos y otras de colecciones particulares.

Petrograbados de Chalchihuite, caracoles cortados y volutas.

Malacate grabado con un sol, caracol, punzones de hueso y navajilla de obsidiana.




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  1. Muy interesante y documentado este artículo? Ojalá esos vestigios no se pierdan por falta de acciones de protección de la instancia correspondiente, INHA, creo.

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