"Esta dolencia descubierta por el paleontólogo, cirujano y geólogo británico James Parkinson hace más de dos siglos, por ello lleva su nombre, es la segunda enfermedad neurológica más frecuente, después del alzhéimer".
OPINIÓN
COMENTARIO A TIEMPO
Por Teodoro Rentería
Arróyave
Viernes 18 de abril de 2025
Como lo prometimos, abordamos temas médicos en estos días de
la Semana Mayor, ahora sobre el éxito inicial de dos trasplantes de células
madre para curar la enfermedad del párkinson, mismo que abre la gran
oportunidad de acabar con este mal, la segunda enfermedad neurológica más
frecuente, después del alzhéimer. Unos 10 millones de personas la padecen en
todo el mundo, aunque la mayoría de los pacientes son mayores, hay un 15 por
ciento de personas que la desarrollan antes de los 50 años, y en ocasiones los
primeros síntomas no son motores, sino psiquiátricos, como la depresión, sin
que esté claro el porqué.
Hasta ahora sólo se conocían paliativos, con la Dopa, un
medicamento que efectivamente aplacaba “los movimientos involuntarios”, aunque
al través del tiempo se conocieron aislados alivios totales de algunos
pacientes, es de señalarse, como lo consignaba mi padre el médico, doctor
Fortino Rentería Meneses, en el sentido de que dicho aminoácido “no tiene
palabra de honor”, ya que, efectivamente reducía los movimientos involuntarios,
pero al mismo tiempo afectaba a los sanos, sobre todo los miembros motores.
La noticia nos indica, tomo la versión del diario “El País”,
que médicos de América y Japón, con el liderazgo del biólogo Lorenz Studer del
Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering, injertaron neuronas funcionales en
el cerebro de 19 pacientes y demuestran la seguridad de la intervención. Toda
esta investigación con todo el apoyo de la Fundación John D. y Catherine T.
MacArthur.
Se destaca que “dos ensayos clínicos en un reducido número
de pacientes con párkinson han demostrado que los trasplantes de células madre
en el cerebro son seguros y no causan efectos secundarios peligrosos. Las
intervenciones se han realizado en apenas 19 pacientes, y su objetivo principal
era solo estudiar la seguridad, pero ambas han mostrado también efectos
positivos, como una reducción de los movimientos involuntarios que caracterizan
a esta enfermedad considerada incurable”.
Esta dolencia descubierta por el paleontólogo, cirujano y
geólogo británico James Parkinson hace más de dos siglos, por ello lleva su
nombre, es la segunda enfermedad neurológica más frecuente, después del
alzhéimer.
La causa de la enfermedad de Parkinson, nos explican, es por
la muerte de un tipo de neuronas encargadas de producir dopamina. Este
neurotransmisor juega un papel esencial en el estado de ánimo, pero también en
la locomoción y en los mecanismos de recompensa. Desde los años 60, el
Párkinson se trata con el precursor de la dopamina, la levodopa, que suele
aliviar los síntomas. El problema es que con el avance de esta enfermedad
crónica cada vez quedan menos neuronas dopaminérgicas a las que tratar con ese
fármaco, con lo que los movimientos incontrolados, la rigidez y otros síntomas
vuelven a surgir.
En la década de 1980 se realizaron los primeros intentos de
tratar esta enfermedad con un trasplante de neuronas. En aquella época la única
forma de hacerlo era extraerlas del cerebro de fetos humanos e implantárlas a
los pacientes. Los ensayos tuvieron resultados positivos en algunos pacientes,
pero el tratamiento quedó en dique seco por su escasa viabilidad y los
impedimentos éticos.
Recuerdo, los tratamientos aquí en México del doctor Ignacio
Madrazo quien a partir de 1988 en el Centro Médico La Raza del Instituto
Mexicano del Seguro Social, IMSS, llevó a cabo cirugías consistentes, exacto,
en extraer células cerebrales de un feto e implantarlas en los pacientes, a tal
grado fue noticia internacional que el excampeón mundial de peso pesado;
Mohamed Allí, quien padecía del mal viajó al entonces Distrito Federal, no se
convenció del tratamiento y años después falleció en su natal Estados Unidos de
ese grave padecimiento.
Después de ello, un complejo de médicos que se dijeron
alumnos del doctor Madrazo abrieron una clínica en la ciudad de Puebla, estado
del mismo nombre, y se anunciaban con la cura segura del Parkinson con la
técnica del doctor Madrazo. Un joven paciente, sobrino de un famoso médico
pediatra, con el que jugaba tenis en su casa del fraccionamiento Sumiya de
Jiutepec, Morelos, se sometió a la operación y murió en condiciones
lamentables.
Las investigaciones no han cesado y ahora, dos ensayos
clínicos retoman el camino usando como fuente dos clases de células madre
capaces de convertirse en cualquier tipo de tejido. En el primer ensayo,
dirigido por médicos y científicos japoneses, se ha recurrido a células madre
reprogramadas a partir de células adultas de la sangre de un donante japonés.
Los investigadores convirtieron esas células madre en
neuronas fabricantes de dopamina, y luego las implantaron en el encéfalo de
siete personas con párkinson. El injerto se hizo en el putamen, una estructura
situada casi en el centro del encéfalo y que está conectada con una estructura
aún más profunda, la sustancia negra, donde sucede la muerte de neuronas
dopaminérgicas. El estudio muestra que las neuronas implantadas comenzaron a
producir dopamina sin generar tumores, que era el gran temor sobre este
tratamiento experimental. Los resultados se publican en Nature, referente de la
mejor ciencia mundial.
En un segundo estudio, médicos de Estados Unidos y Canadá
realizaron un trasplante similar a 12 pacientes usando un fármaco experimental
basado en células madre embrionarias, el bemdaneprocel. En este caso, los
resultados muestran que las neuronas dopaminérgicas sobrevivieron al trasplante
y no generaron movimientos involuntarios causados por el injerto, que era otro
de los grandes miedos sobre estas terapias.
El objetivo de estos primeros ensayos era solo demostrar la
seguridad de los trasplantes, pero ambos han registrado mejorías en la mayoría
de los pacientes. Los movimientos involuntarios se redujeron hasta en un 50 por
ciento tras un seguimiento de 18 meses, en el caso del estudio americano. El
ensayo japonés, que duró dos años, detectó eficacia en todos los pacientes
analizados mientras estos tomaban su medicación habitual (un subgrupo de seis)
y en la mayoría de ellos incluso sin medicación (cuatro).
El neurocirujano de la Universidad de Toronto Andrés Lozano,
nacido en Sevilla hace 65 años, es uno de los autores del ensayo americano. El
médico enfatiza que este tratamiento no es una cura de la enfermedad, solo una
intervención para mejorar los síntomas. Pero comparado con otros tratamientos
experimentales, como la estimulación cerebral profunda, que requiere el
implante de electrodos en el cerebro, el trasplante permite “reponer” las
neuronas perdidas. Esto tal vez consiga “reconstruir el circuito cerebral que
está dañado por la enfermedad de Parkinson”, destaca el investigador.
Los dos trabajos tienen limitaciones. El número de pacientes
es demasiado reducido para demostrar la eficacia con fiabilidad estadística.
Para demostrar la efectividad real de estos tratamientos hay que hacer un
ensayo con más pacientes y que ni estos ni los médicos sepan quiénes reciben el
trasplante. El grupo de Lozano ya está en proceso de que las autoridades
estadounidenses y canadienses aprueben este tipo de ensayo -de fase 3-, cuyo
objetivo principal sería ya probar la efectividad del trasplante. Por lo pronto
y ante el éxito en dos casos, el cirujano cree que estos tratamientos “son
prometedores”, ya que no solo podrían actuar contra la enfermedad de Parkinson,
sino también contra otras dolencias caracterizadas por la muerte neuronal, como
el alzhéimer y la enfermedad de Huntington.
Hace 12 años, Jun Takahashi, líder del experimento japonés,
probó un trasplante en macacos basado en células madre derivadas de la piel del
propio animal, en teoría para evitar rechazos. En 2020, un equipo
estadounidense hizo un trasplante similar a un paciente de párkinson basado en
células extraídas de su piel, reprogramadas e injertadas en su cerebro. En
estos dos nuevos ensayos el material de partida son líneas de células madre
estandarizadas que potencialmente se pueden aplicar a muchos pacientes, lo que
acerca la posibilidad de usarlas de forma generalizada, rebasando la necesidad
de tratamientos personalizados, mucho más caros.
El neurólogo Pascual Sánchez, que no ha participado en los
ensayos, resalta su importancia. “Ambos estudios son bastante prometedores”,
opina. “Es una línea de trabajo muy interesante que consiste en una terapia
sustitutiva aplicada in situ y que potencialmente daría menos problemas de
rechazo”, explica. Lo más importante es que en ambos casos no hayan aparecido
tumores ni efectos neurológicos derivados del trasplante, resalta Sánchez. No
obstante, el director de la Fundación CIEN destaca que hacen falta ensayos más
grandes y con un periodo de seguimiento mayor para demostrar que los
trasplantes son efectivos y que sus efectos perduran en el tiempo.
Ambos trabajos aportan un importante avance para la
aplicación de terapias celulares de forma universal. Lo verdaderamente
importante es que es una nueva técnica que abre la puerta del cerebro a
tratamientos neurológicos sin precedentes.
Periodista y escritor; presidente del Colegio Nacional de Licenciados
en Periodismo, CONALIPE; secretario de Desarrollo Social de la Federación
Latinoamericana de Periodistas, FELAP; presidente fundador y vitalicio
honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX,
Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional, Académico de Número y
Director de Comunicación de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG.
Agradeceré sus comentarios y críticas en teodororenteriaa@gmail.com Nos
escuchamos en las frecuencias en toda la República de Libertas Radio. Le
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