- En ellas se imparten diversas actividades; el baile es el preferido
- Los usuarios “llegan con el costalito lleno y salen con el costalito vacío”
“Para que salgan adelante y tengan ganas de vivir... no crea que el que esté uno con los familiares es todo, no, es uno, y no me arrepiento, soy súper feliz”. Fotos CSE.
Ecatepec, Edomex.
“Soy súper feliz”, afirmó Carolina Suárez Islas, de 74 años de edad, una de los
31 usuarios de la Casa de Día “Icoltzini”, del DIF municipal, convertida en un
oasis para personas adultas mayores de la colonia Granjas Valle de Guadalupe y
alrededores.
La mujer, quien es viuda y vive sola, relató que tuvo 18
fracturas, sufrió un infarto, enfermó de neumonía y estuvo tres meses en silla
de ruedas, lo que la sumió en depresión, aunque “aquí me he levantado”, pues la
Casita Feliz, como le llaman, ofrece diversas actividades para este sector,
entre ellas baile.
“Para que salgan adelante y tengan ganas de vivir. No crea que el que esté uno con los familiares es todo, no, es uno. Y no me arrepiento, soy súper feliz”, reiteró.
Ángela González Meneses, jefa del Departamento de Atención
al Adulto Mayor del DIF municipal, informó que por iniciativa de la alcaldesa
Azucena Cisneros Coss reactivaron las 11 Casas de Día de Ecatepec, que atienden
a 800 personas adultas mayores, hombres y mujeres, en horario de 8:00 a 17:00
horas.
Mencionó que cada Casita tiene actividades distintas, como yoga, taichí, gimnasia cerebral, gerontogimnasia, manualidades, tejido, tanatología, arte terapia, baile, danzón y asesoría sicológica y jurídica, entre otras.
Agregó que cuentan con módulos de atención gerontológica a
cargo de profesionales que abordan los procesos de envejecimiento y ofrecen a
los usuarios talleres y programas.
Teresa Martínez Mendoza y su esposo Enrique López Gallardo,
ambos de 70 años de edad, vecinos de la colonia Vicente Guerrero, también
asisten a la Casita Feliz Icoltzini. Ella tiene problemas visuales y él
requiere de dos bastones para caminar.
“Me dijeron que había baile, es lo único que puedo hacer, como no veo mucho. Me gusta a mí el baile. A mí me gustó, cuando me dijo mi hermana que si no venía aquí, a la Casita Feliz, dije, ‘ay, sí, mi mero mole’, expresó la mujer.
Añadió: “Tenía mucha tristeza, me ponía a llorar, como que
ya no quería estar aquí viviendo. Muy triste. Me daba mucha tristeza,
melancolía. Ya ahorita hay mucho cambio en mí. Ahora sí que estoy contenta, veo
la vida diferente”.
Margarita Ortiz, de 72 años de edad, detalló que en seis
meses murieron seis de sus familiares, entre ellos sus padres y hermanos. “De
ahí me dio depresión muy fuerte, me la quería pasar llorando, luego los
problemas, quería como correr, no tenía ganas ni de reírme”, recordó.
La mujer padece diabetes e hipertensión. Recibe ayuda especializada en la Casa de Día y “como que me relaja mucho. Ya pasé con la sicóloga y me está ayudando mucho”.
Irma Anguiano Lucio, encargada de la Casita de Día
Icoltzini, aseguró que empezaron sin nada y ahora atienden a 31 personas
adultas mayores.
“Cuando empezaron a llegar venían en una situación muy, muy
mal. Algunos decían ‘ya no quiero vivir, no me interesa venir’ y eso. Cuando
empezaban a dibujar dibujaban en una situación, hoy vea qué dibujos hacen cada
uno de ellos. Y cada uno de ellos tiene historias diferentes. Aquí todos les
gusta mucho el baile y eso es lo que buscan, dicen que para ellos el baile es
vida”, señaló.
Concluyó: “Aquí
llegan el lunes con el costalito lleno y el viernes se tienen que ir con
ese costalito vacío”. ©
Ra
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