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Moisés Ramírez Sánchez


Moisés Sánchez Ramírez
30 de noviembre de 2014

Ante el bombardeo mediático de este fin de semana orquestado por Televisa no debemos olvidar lo que realmente sucede en nuestro país. La administración de Peña Nieto ha venido sumando fracasos institucionales, no sólo por continuar con la estrategia calderonista en materia de seguridad que sumieron en la extrema violencia a muchas entidades del país, entre ellas Michoacán, Estado de México y Guerrero con loslamentables casos de Tlatlaya y Ayotzinapa, por supuesto sin dejar de mencionar la represión a las protestas masivas de los últimos días por el hartazgo social.En este balance y análisis para la reflexión, a los dos primeros años de que Enrique Peña Nieto “asumiera la Presidencia de la República”, se establece de entrada que el retorno del PRI es un proyecto a largo plazo que ya mostró uno de sus rasgos principales: el autoritarismo.

Hemos visto pasajes muy claros y muestra de ese embate institucional; la aprehensión dela incómoda Elba Esther Gordillo es un claro ejemplo del autoritarismo priísta, el problema radica en que estamos pasando de un ordenamiento de la administración pública a un autoritarismo del régimen.El sistema funciona, aunque en lugar de impulsar un ordenamiento eficaz de la administración pública, se brincó ya la eficacia para llegar al autoritarismo y otra muestra es el Pacto por México, inscrito en la estrategia de control autoritario, además del llamado decálogo en días recientes en donde supone control total en materia de seguridad. 

En materia económica ni Peña Nieto ni su Secretario de Hacienda tienen idea de cómo hacer que la economía mexicana salga del letargo en el que su propia administración la metió. Peña Nieto no sólo ha impulsado las reformas estructurales que le permitirán al régimen -porque el PRI, aclaro, en la historia de México no es un partido político, sino un régimen hecho partido- mantenerse por varios sexenios en Los Pinos. Lo cierto es que en estos dos años de autoritarismo se observa ya un panorama poco alentador para la mayoría de los mexicanos. “Estamos viendo enmiendas, parches a la Constitución federal, como vemos parches en la sociedad. Algo queda claro: el incremento de la pobreza en México, se dice fácil pero implica a millones de personas. Además de la evidente crisis por la que atraviesa México, severa y profunda, en la clase política y los partidos, lo que si se nota es la estrategia final, al estilo Salinas de Gortari, es decir, con quienes se pueda negociar se negocia, y con quienes no, aplástalos. Esto se nota de manera muy evidente.Los partidos de oposición ni siquiera guardan las formas porque el régimen te obliga a que no guardes las formas. Es un fenómeno que sucede en América Latina, pero en el caso de México sí es muy arraigado. La cultura política de los ciudadanos y de los países se forma durante muchos años. En México, y eso está documentado desde la academia, existe una idea muy arraigada en el ciudadano: político, igual a corrupción. Otra es: elecciones, igual a corrupción. Aun así vemos injusticias y no se hace nada, es una reproducción social.

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